Historia del vuelo del parapente, desde el paracaidas

Historia del vuelo en Parapente
DEFINICIÓN DEL ELEMENTO Y RESEÑA
HISTÓRICA
Parapente nació en Francia a principios de los 80, debido a los intentos de los alpinistas de descender volando. Usando paracaídas rectangulares de salto en caída libre, eran necesarias fuertes pendientes y comenzaron a modificar estos paracaídas, hasta convertirlos en lo que es y llamamos hoy Parapentes, fáciles de despegar y aterrizar.
El Parapente es la aeronave más lenta que existe, con un promedio de velocidad de 35 Kph. Tiene un planeo promedio según el modelo y características de 7:1 los básicos, 9:1 los de competición, es decir que por cada metro que descienden avanzan 7 o 9 respectivamente. ir
DEL PARACIADAS HASTA EL PARAPENTE. HISTORIA DE UNA EVOLUCIÓN
A primera vista un parapente guarda cierta semejanza con los paracaídas deportivos. Para su vuelo aplica las técnicas de los planeadores y en especial de las alas delta. Es que el parapente es el fruto de la evolución de los planeadores y paracaídas deportivos. Para los pilotos es importante tener un conocimiento detallado de cómo fue que se promovieron estas evoluciones.
Entonces emana una interrogante: ¿Cómo fue que la evolución de los paracaídas y planeadores propició el surgimiento de los parapentes? Buscando darle respuesta a esta interrogante, se realizó una revisión bibliográfica para la cual se formularon los siguientes objetivos:
1) Explicar cómo la evolución de los paracaídas deportivos propició el surgimiento del parapente como nave aérea de nuevo tipo.
2) Explicar cómo la diversificación en la evolución de los planeadores deportivos, propició el surgimiento de los parapentes. Los métodos utilizados en el desarrollo de este trabajo están determinados según los objetivos trazados y son propios de las investigaciones históricas. En tal sentido se empleó el método Histórico-lógico, el analítico sintético y el cronológico.
Como instrumentos se utilizaron de forma dominante el análisis de más de 30 fuentes documentales y se realizaron entrevistas a personalidades reconocidas en la investigación histórica de la esfera aeronáutica y los deportes aéreos. Como resultado del trabajo se presentan dos artículos por separado. En uno se resume la evolución del paracaídas hasta el parapente y en el otro se expone la evolución de los planeadores hasta llegar al parapente.
El parapente es un planeador ultraligero flexible concebido para la práctica del vuelo libre. Esta aeronave surge como producto de la evolución de los paracaídas y planeadores. Comprender esta evolución implica escrudiñar en la historia de los paracaídas y los planeadores. El estudio de fuentes documentales e históricas demuestra que desde antaño los hombres estuvieron tentados a crear medios que les permitieran volar o descender de forma segura desde alturas.
En tal sentido algunos estudios históricos reseñan a la antigua China como el lugar donde se encuentran las primeras referencias de la construcción de artefactos en forma de paraguas con los que se realizaron descensos desde torres.
Otros documentos
refieren que en el año 852, Abbás Ibn Firnás (عباس بن فرناس) en Córdoba, España saltó desde una altura utilizando algún medio construido por él y que en su caída sufrió serias lesiones.
Más allá de las
anteriores elucubraciones históricas, si están mejor evidenciados otros
documentos que refieren a personalidades que investigaron acerca de artefactos
para de poder descender de forma segura. Documentos que dejó el fraile ingles
Oliver de Malmesmury en el siglo XI y más acá en el tiempo, los de Leonardo da
Vinci en el XVI, son ejemplo de ello.
Dibujo de Leonardo da
Vinci
Leonardo investigó e hizo diseños de
paracaídas, máquinas de volar, hélices y hasta aeromodelismo. Su diseño de
paracaídas bosquejado en el Codex Atlanticus fechado en el 1485 consistía en
una campana rígida en forma de pirámide con 4 cuerdas que en su unión colgaba
un hombre sujetándose con sus manos. En sus cálculos había llegado a la
conclusión de que si este artefacto midiera 12 codos de lado por 12 de fondo
podría ser utilizado de forma segura si un hombre intentara descender con él
luego de lanzarse desde una altura.
Años más tarde, Fausto Veranzio (1551 -
1620) tomó muy en serio los estudios de Leonardo da Vinci y a partir de estos
diseñó el “Homo Volans”. La evidencia de este diseño aparece en su libro
“Machinae Nova”. El “Homo Volans”, mantuvo en su base el marco rígido ideado
por Da Vinci, pero sustituyó la rígida campana por una abultada pieza de tela
de forma rectangular.
Salto en paracaídas de
Fausto Veranzio año 1617
El análisis de la bibliografía actual
refleja una concesión a creer que Veranzio en el 1617 probó este artefacto
mediante un salto efectuado desde “Campanile di San Marco” en Venecia. La
afirmación parte de la interpretación hecha de un libro escrito por John
Wilkins quien fuera el fundador y secretario de la Royal Society de Londres. El
libro se titula Magia Matemática y fue publicado en Londres en
1648, 30 años después de la fecha en la que se refiere el salto de Veranzio.
Sin embargo otros autores que han podido examinar este libro, manifiestan que
en él solo se habla del arte de volar y no de paracaídas. Además, también
afirman que en él no se encuentran referencias acerca del salto de Veranzio.
A la luz del conocimiento actual, si se
hace un análisis técnico del salto de Veranzio no quedan sólidos argumentos que
expliquen siquiera la posibilidad práctica de cómo pudo haberse hecho. No queda
explicado como Veranzio logró saltar y situar su paracaídas de forma horizontal
quedando el colgado abajo y lograr el efecto del descenso seguro. En este
análisis hay que tomar en consideración la estructura rígida y pesada de su
cúpula y que según se refiere, el salto se hizo desde una torre que en esa
época no tenían suficiente altura.
Para los siglos XVII y XVIII, el francés
Louis-Sebastián Lenormand (1757-1837) estudió más a fondo la física de los
paracaídas. Lenormand experimentó algunos modelos de paracaídas que fueron
probados con animales.
Representación artística
del salto de Sebastián Lenormand
Aporte importante de Sebastián Lenormand
fue haber creado la palabra paracaídas para nombrar con ella a los artefactos
construidos para el descenso seguro. La palabra paracaídas la conformó al
hibridar la palabra “para” que significa defensa, con la palabra francesa
caída. Unidas quiere decir que protege de la caída o “para frenar la caída”.
Diseñó un paracaídas de 4,2 metros de
diámetro. Aunque existen algunas referencias acerca de que Lenormand saltó con
este paracaídas desde una torre, no existen evidencias documentales sólidas que
lo confirmen.
En contraposición a esto, sí existen
evidencias documentales que demuestran que el 22 de octubre de 1797 en Parc
Monceau, París, y frente a una gran multitud, André Jacques Garnerin
(1769-1823) realizó un salto con un paracaídas desde un globo que flotaba a más
de 900 metros de altura. Al no existir evidencias sólidas que atestigüen los
anteriores saltos, queda este registrado como el primero realizado. Con el
paracaídas concebido por Garnerin, despuntaba la clásica configuración
parabólica, carente de elementos rígidos en su estructura. Esta configuración
básica ha sido seguida por muchos fabricantes hasta la actualidad. Para su
construcción se utilizó tejido de seda. El salto de Jacques Garnerin, estimuló
que estos se fueran sucediendo cada vez más en todo el mundo.
Representación artística
del salto de André Jacques Garnerin
Otra controversia histórica se centra en
el planteamiento acerca de quién fue el primero en utilizar el salto en
paracaídas para salvar la vida. Algunos documentos reflejan que en 1793,
Jean-Pierre Blanchard vio cómo su globo se rompía en el aire y para escapar de
una muerte segura abrió un paracaídas que estaba sujetado a la cesta de su
globo. En su descenso utilizó conjuntamente el globo semi desinflado y el
paracaídas. Esta concepción es clásica hoy en el vuelo libre moderno. No
obstante, el primer salto en paracaídas como tal, realizado con el objetivo
para salvar la vida, se utilizó en 1808 cuando el aeronauta polaco Judaki
Kuparento tuvo que saltar al vacío para abandonar su globo aerostático luego de
que este se había incendiado en vuelo.
En esa época los paracaídas se
transportaban semi abiertos, colgado de las barquillas de los globos. Luego
aparecieron los bolsos donde se metía el paracaídas. El aeronauta al dejarse
caer extraía con su peso el paracaídas del bolso. Hacia 1885 Thomas Balwing
inventó la hasta hoy configuración clásica del arnés que pasa sobre los hombros,
alrededor del cuerpo y entre las piernas.
Con la aparición de la aviación se hizo
necesario que surgiera la idea de poder plegar el paracaídas y meterlo en algún
lugar de la cabina del avión que permitiera su extracción y apertura segura a
la vez que no se abriera arbitrariamente.
Con ese fin, Gleb Kotelnikov, graduado de
la academia militar de Kiev (Ucrania) Crea en 1911 el paracaídas RK-1 (Las
siglas RK significaban mochila por Kotelnikova). En su diseño se logró meter el
paracaídas en una mochila cerrada. Su paracaídas estaba concebido para ser
usado por los pilotos de aviones y globos.
Diseño de Gleb
Kotelnikov (1872-1944)
Esta concepción de paracaídas fue
utilizada ampliamente durante la primera guerra mundial. La aviación alemana
dio un paso adelante cuando adoptó el paracaídas Heinecke que junto con su
sistema de arnés que adosaban el paracaídas al piloto fue copiado por
franceses, británicos, estadounidenses e italianos.
Ya entre las guerras se comenzó el uso del
paracaídas para el desembarco de tropas. Surgieron así los paracaídas de
desembarco y las tropas paracaidistas. Para los paracaidistas de desembarco
surgió el paracaídas de emergencia.
Aparecieron además los distintos tipos de
apertura de paracaídas como los forzados, estabilizados, libres etc.
Al principio el funcionamiento de los
paracaídas no era muy efectivo, lo que ocasionó la muerte de muchos pilotos. En
los Estados Unidos un estudio liderado por el comandante Hoffman acerca del uso
de los paracaídas durante la primera Guerra Mundial, concluyó que los
paracaídas debían cumplir con 3 requerimientos básicos que hasta hoy se
mantienen vigentes. Estos requerimientos fueron:
·
Almacenar el paracaídas en un
compartimiento blando situado en la parte posterior del paracaidista.
·
Un aditamento para la apertura manual del
paracaídas, que permitiera al paracaidista determinar el momento en que quería
abrir el paracaídas.
·
La incorporación de un paracaídas piloto o
de extracción de la cúpula principal.
Hasta la década de 1940, la seda estaba siendo
considerada como el tejido más apropiado para la construcción de paracaídas.
Corriendo la Segunda Guerra Mundial, Japón dominó la producción de seda en el
mundo, por lo que los aliados tuvieron que recurrir a variantes. Los
científicos logran los tejidos sintéticos a base de fibras de Nylon con los que
se comenzó la producción de paracaídas, quedando definitivamente implantado.
En esos años los paracaídas luego de su
apertura flotaban a merced del viento. Poco o casi nada podía hacer el
paracaidista para modificar el lugar de caída luego de que abriera su
paracaídas. La necesidad de poder lograr que el paracaídas fuera dirigible
constituyó un fuerte acicate para la investigación y posterior evolución de los
paracaídas hasta los planeadores. Dirigir el paracaídas posibilitaba que el
paracaidista tuviera más opciones al escoger el área de aterrizaje, evadir
obstáculos peligrosos y poder adoptaran una posición segura al legar a tierra.
Para lograr dirigir el paracaídas se
halaban cuerdas de un lado u otro, lo cual es una maniobra muy engorrosa a la
vez que poco efectiva. Se crearon entonces los timones que hacían girar el
paracaídas en el eje vertical. Un giro de 360 grados se lograba hacer en 7
segundos.
Los timones comenzaron a accionar mediante
el control de la masa de aire que se escapaba. Para la década del 50 los
paracaídas no solo giraban en el eje horizontal, sino que también lograban
alguna pequeña velocidad horizontal. Las posibilidades de caer en determinado
lugar ya dependían en gran medida de la acción del paracaidista en el aire.
Esto coadyuvó al fortalecimiento del
paracaidismo deportivo. Aparecen las primeras competencias oficiales nacionales
e internacionales. El primer campeonato mundial de paracaidismo se realizó en
1951 en Yugoslavia.
La precisión en el aterrizaje se convirtió
en el plato fuerte de las concentraciones competitivas. Anteriormente en el
paracaidismo lo que más se acercaba al ámbito deportivo o competitivo eran las
exhibiciones y los record que se establecían.
Algunas experiencias fueron notables. En
noviembre de 1949 el argentino Vicente Bonvissuto realizó 100 saltos
consecutivos en un día con un solo paracaídas y un avión. Para 1960 el
norteamericano Joseph Kittinger implantó record de altura al descender desde
los 31,333 metros. En ese mismo salto logró record en descenso con 4 minutos y
36 segundos. El record de altura no fue roto hasta 52 años después cuando Félix
Baumgartner realizó un salto desde una altitud de 39,044 metros alcanzando la
velocidad de 833,9 mph.
Para la década de los 50, con el auge del
paracaidismo deportivo comenzaron a difundirse paracaídas deportivos llenos de
orificios. Los orificios de forma elíptica por todo el velamen estaban
concebidos para aumentar la velocidad horizontal. Ya en esos años los
paracaídas lograban desplazarse en el plano horizontal a 5 m/s por 5 m/s de
velocidad vertical, lo que teóricamente daba un planeo de 1 para un descenso de
450.
Fueron muchas las investigaciones y
ensayos que se hicieron para poder lograr mayor velocidad horizontal en los
paracaídas. A inicios de la década del 60 parecía evidente que en las campanas
parabólicas estas exigencias habían llegado al límite.
Una nueva concepción en la forma de los
paracaídas se hizo pública en 1966 por el equipo Golden Knights de la Fuerza
aérea de los Estados Unidos. Se trataba del “Parawing” que para entonces
contaba con una satisfactoria tasa de planeo. Estaba basado en el “Flexikite”
patentado desde 1948 por el matrimonio Francis y Gertrude Rogallo pero que no
había sido considerada hasta entonces.
Francis Rogallo
(1912-2009)
Hoy no se puede hablar del vuelo libre sin
dejar de mencionar a este matrimonio. Sus alas fueron las predecesoras del ala
delta y hoy en día muchos pilotos de parapente prefieren el Rogallo como
paracaídas de emergencia. Paralelamente en la antigua URSS se probaron con
éxito paracaídas con el mismo diseño que el “Flexikite” de Rogallo.
Otra ruptura en la concepción histórica
que se tenía acerca de la forma de los paracaídas fue propuesta por Domina
Jalbert (1904-1991) quien ya se especializaba en estructuras inflables.
Diseño de Domina Jalbert
Domina propuso un ala inflable que
aprovechaba las ventajas aerodinámicas para el planeo, que ofrecía un perfil
alar adecuado. Su ala estaba elaborada de tela, con un extradós y un intradós
cerrados en sus partes posteriores y laterales pero abiertos en el frente para
garantizar la entrada de aire que aprisionado rigidizaba el ala. Constaba de
costillas también de tela que condicionaban el perfil alar y definían cada
celda.
Basado en este concepto, en 1964 se
confeccionó el “Parafoil”, que lograba unos asombrosos planeos cercanos a los
3,7 a la vez que una gran direccionabilidad.
En ocasión de efectuarse en Francia el
campeonato del mundo de paracaidismo de 1969, el equipo norteamericano
sorprendió al competir con estos paracaídas que le daban una clara ventaja
sobre los otros competidores de resto del mundo y que estaban equipados en su
mayoría con paracaídas de campana cónica.
Las claras ventajas de las alas inflables
dirigibles abrieron una nueva era en este deporte. Al dejar obsoletos los
paracaídas de campana cónica, cambiaron completamente la noción del
paracaidismo deportivo y fue un elemento determinante en la transición del
paracaídas al parapente.
Paralelamente David Barish (1921-1997)
propuso otro concepto también novedoso. Se trataba también de un ala flexible
pero sin bóvedas ni intradós. Con su paracaídas se experimentaba el concepto de
paracaídas planeador. Con este paracaídas se experimentaron por primera vez
algunos despegues desde laderas de montañas.
La década del 70 marcó un vertiginoso
desarrollo de los paracaídas en forma de ala inflable.
Los paracaidistas aprovechaban las
posibilidades de planeo que ofrecían estas alas, para poder realizar prácticas
y entrenamientos deportivos despegando desde elevaciones que tenían ángulos de
inclinación mayores a la tasa de caída de los paracaídas. De este modo
cumplimentaban parte del entrenamiento de precisión, pero reduciendo gastos al
prescindir en gran medida del alquiler de aviones.
Precursores de estas acciones fueron
paracaidistas franceses quienes desde las laderas inclinadas de Mieussy
realizaron miles de descensos. Paralelamente los alpinistas descubren en estos
tipos de paracaídas la posibilidad de descender de forma rápida y placentera
desde algunas de las elevaciones que eran escaladas.
Se utilizó mucho una técnica de despegue a
pie propuesta desde 1965 por el esquiador David Barish quien había modificado
un ala con la que realizaba estos despegues.
Todavía en ese entonces no se concebía al
paracaídas para realizar vuelos y planeos. No obstante, la grata experiencia de
realizar vuelos cada vez más largos con los paracaídas fue ganando en adeptos.
Buscando mayores planeos, los paracaidistas realizaron modificaciones a
paracaídas. Las modificaciones se centraban fundamentalmente en aumentar la
superficie del ala, aligerar el peso, además de diseñarle un perfil mucho más
aerodinámico.
Ya a esas alas modificadas, y que solo
interesaban para el planeo le decían paracaídas para pendientes. Los franceses
hibridan dos palabras en una sola, con la que se designaba así a las alas
utilizadas solamente para descender desde pendientes. Surge así la palabra
parapente y el parapente como aeronave.
A partir de 1986 algunas firmas que
producían paracaídas, windsurf y vestuario de montaña comienzan la producción
en serie de parapentes.
Los compradores de parapentes por su parte
buscaban primero permanecer el mayor tiempo posible en el aire. Luego
comenzaron los retos de velocidad y distancia recorrida. Se acogieron las
técnicas de vuelos dinámicos y térmicos utilizadas en las alas deltas.
El éxito comercial fue tal, que comenzaron
a proliferarse y expandirse nuevas firmas productoras. Surgieron muchas marcas
y firmas que muchas veces sin la competencia necesaria fabricaban y comercializaban
estas alas. Algunas de las alas fabricadas eran muy peligrosas por lo que
comenzaron a incrementarse los accidentes.
En contraposición surgieron diferentes
entidades que homologaban los parapentes bajo estrictos criterios técnicos.
Pronto el diseño de los parapentes evolucionó rápidamente, aumentando los
rendimientos, eficacias de las alas pero sobre todo la seguridad.
Por primera vez, el público común
descubría que podía acceder a una posibilidad relativamente segura y económica
de pilotear una aeronave y poder volar.
La FAI pronto lo reconoció como un nuevo
tipo de nave aérea. Se organizaron las primeras competencias oficiales a todos
los niveles. Se afianzaba así ya definitivamente una nueva modalidad de nave y
deporte aéreo.